El tema del celibato clerical tiene
su inicio con la predicación y vivencia de Cristo, desde entonces es inseparable
de la vida la de Iglesia. En distintos momentos dio lugar a importantes debates
teológicos, definiciones conciliares e intervenciones pontificias[1].
En este sentido, hace más de cuarenta años se señalaba que «la práctica del
celibato ha suscitado siempre la curiosidad del mundo en general, y nunca más
que en nuestros días. Es una práctica que ha provocado a menudo sentimientos de
admiración o de repulsa, pero que raramente ha sido comprendida debidamente»[2]. Actualmente
sigue siendo un tema controversial, que ha encontrado no pocas dificultades, no
sólo en el ámbito eclesial sino también en el social. La mayor parte de los
debates en torno al celibato tienden a desgajar el problema de su contexto[3].
Se puede encontrar diferentes visiones acerca del celibato, manifestados en diversas
expresiones como Dionisio Borobio lo recoge en su libro:
«El
celibato es un carisma y no una obligación; no se debe unir necesariamente
carisma ministerial con celibato; la ley del celibato es una ley eclesiástica
que va contra un “derecho divino” al matrimonio; el no poder acceder al
ministerio por no sentirse capaz de celibato, es una violación injusta por
parte de la Iglesia; el mantener hoy esta ley tal como está es desoír la voz de
muchos pastores y fieles, y desconocer la prioridad de la misión»[4].
Junto a los
planteamientos mencionados, podemos considerar que actualmente se atribuye al celibato diversas
situaciones o problemas, como: la falta de vocaciones en la Iglesia, los abusos
sexuales a menores de edad y la deserción de los ministros sagrados, como
también aceptar el sacerdocio y no el celibato.
Falta de vocaciones en
la Iglesia
El abandono del ministerio sacerdotal
por parte de muchos y la disminución progresiva de vocaciones en la Iglesia son
interpretados con frecuencia como signo de un desastre[5]. Es
evidente la escasez de vocaciones en la Iglesia, pero «no se puede asentir
fácilmente a la idea de que con la abolición del celibato eclesiástico
crecerían, por el mero hecho y de modo considerable, las vocaciones sagradas:
la experiencia contemporánea de la Iglesia y de las comunidades eclesiales que
permiten el matrimonio a sus ministros parece testificar lo contrario» (SC 49).
Efectivamente, es lamentable la falta de vocaciones, pero esto no justifica que
«algunos la atribuyen al peso de la obligación del celibato» (SC 8). Por lo
tanto, se puede afirmar con certeza que la causa de la escasez de sacerdotes no
es la ley del celibato. Muchas Iglesias cristianas en las que no existe esta
ley están pasando también por el problema de la escasez de vocaciones, y en
consecuencia de ministros[6].
Abusos sexuales
Al salir a la
luz pública algunos casos de abusos sexuales contra menores cometidos por
clérigos, algunos sectores utilizan estos lamentables hechos para arremeter
contra el celibato sacerdotal. Pero estas asociaciones olvidan que abusos de
este tipo se dan también en otros ámbitos donde no se exige para nada el
celibato.
Philip Jenkins[7]
recoge un estudio referido a la diócesis de Chicago, que examinó los datos de
unos 2.200 sacerdotes que sirvieron en la diócesis de 1963 a 1991[8].
El citado Philip
Jenkins explica en su obra El mito de la
pedofilia de los sacerdotes publicado en mayo del 2002:
Mis
investigaciones de estos casos durante los últimos veinte años indican que no
hay ninguna prueba de que los sacerdotes católicos u otros clérigos célibes
estén más inclinados a incurrir en mala conducta o abusos que los clérigos de
cualquier otra Iglesia, o que los laicos. Aunque determinados medios de prensa
vean este asunto como una crisis del celibato, no hay nada que pruebe tal cosa[9].
En esta misma
línea, el Secretario General de la Conferencia Episcopal Colombiana (CEC),
Mons. Juan Vicente Córdoba, defendió el celibato sacerdotal e indicó que este
no tiene nada que ver con la pederastia, pues la mayoría de pederastas son casados. La Iglesia
acepta que hay un problema con clérigos involucrados en casos de pederastia; nos duele y lo rechazamos. La iglesia
no quiere ser cómplice ni encubridora. Esto es muy grave, pero hay que tener en
cuenta que sólo el 0,2 por ciento de
casos de pederastia en el mundo involucra a la Iglesia. ¿Y el resto? Sin
embargo, advirtió que este comportamiento aislado de sacerdotes es aprovechado
por «los enemigos de la fe, los anticlericales y antireligiosos» que «se
aprovechan para criticar al Papa». Con esto no quiero decir que no aceptamos ni
asumimos las responsabilidades de la Iglesia en casos en los que sí tuvo que
ver [10].
Por otro lado, al
finalizar su asamblea plenaria, la Conferencia Episcopal de Alemania (DBK, por
sus siglas en alemán) dio a conocer un comunicado en el que señala que «el celibato sacerdotal, como confirman los
expertos, no es la causa de estos actos de abuso sexual», en referencia
a algunos casos de inconductas sexuales por parte de algunos miembros del clero
entre los años 70’s y 80’s. Al referirse a este delicado tema, los prelados
señalan que "nosotros los obispos alemanes aceptamos nuestra
responsabilidad y condenamos los abusos
cometidos por religiosos, sacerdotes y colaboradores laicos de nuestras
diócesis. En el comunicado dado a conocer por L’Osservatore Romano, los
prelados explican que «una vida
en el celibato solo puede ser afrontada
por quien dispone de la necesaria madurez emotiva» por lo que señalaron
la necesidad de que los futuros sacerdotes tengan una formación atenta,
rigurosa y profética que pueda ser permanente[11]
Por su parte, el Sumo Pontífice Benedicto XVI ha condenado la pederastia y reconocido los casos que han llevado al
escándalo por esta causa en los últimos años de la primera década del siglo XXI. A través de un comunicado dirigido a los católicos de Irlanda[12]. Por otro lado, en su reciente carta a los seminaristas señala que
algunos sacerdotes «en lugar de llevar a las personas
a una madurez humana y ser un ejemplo para ellos, han provocado con sus abusos
un daño que nos causa profundo dolor y disgusto»[13].
Y la pregunta si vale ser
sacerdote hoy, si es sensato encaminar la vida por el celibato, el Papa
responde:
Sin
embargo, estos abusos, que son absolutamente reprobables, no pueden
desacreditar la misión sacerdotal, que conserva toda su grandeza y dignidad.
Gracias a Dios, todos conocemos sacerdotes convincentes, forjados por su fe,
que dan testimonio de cómo en este estado, en la vida celibataria, se puede vivir
una humanidad auténtica, pura y madura […]. Un elemento esencial de vuestro camino es
practicar las virtudes humanas fundamentales, con la mirada puesta en Dios
manifestado en Cristo, dejándonos purificar por Él continuamente.[14]
Por otra
parte, es preciso mencionar, que la Iglesia Católica está siendo injustamente
señalada por los medios seculares que fallan en señalar similares acusaciones
de otros grupos religiosos, como la comunidad anglicana, el islam y el
judaísmo, y varias iglesias protestantes. Al mismo tiempo, señala que la
cobertura de medios de comunicación la historia de abuso se ha vuelto: una grotesca efervescencia de retórica del anti catolicismo[15]
Deserción de los
ministros sagrados
Para iluminar este presupuesto, se
parte de un dato porcentual que afirma que el 94,44 %[16]
de los sacerdotes que han abandonado o dicen haber abandonado el ministerio por
causa del celibato, parece ser un tanto exagerado-adulterado, y debe ser leído
e interpretado teniendo presente lo que la moderna psicología ha descubierto y
viene repitiendo: cualquier problema personal tiene un matiz afectivo y se
puede manifestar en el área afectivo-sexual sin ser originado en esa área,
aunque el mismo sujeto no se dé cuenta y crea que el problema sea de naturaleza
sexual y se resuelva en esa parcela. Por lo que, esta situación de crisis
afectivo sexual ocultaría otra crisis más radical; o la dificultad para vivir
el celibato estaría determinada por una facultad distinta y más profunda[17]. En
confrontación a esto, Cencini cita afirma:
Según Maruca en la configuración de cuatro factores,
tomados conjuntamente, es donde se da la decisión de abandonar el ministerio sacerdotal:1).
Estar cada día más absorbido por actividades esencialmente seculares; 2) Una
renta suficiente para tener una seguridad económica; 3) Un decreciente interés
por la oración y la tradicional actividad sacramental; 4) La no disponibilidad
para someter a discernimiento lo más secretos vínculos afectivos (Cf. D.
Maruca, History, 98)[18].
En definitiva,
«es ingenuo y poco científico tomar el hecho del 94,4% de los que piden la
dispensa por causa del celibato como dato que refleja una situación y una
motivación real y objetiva, o como elementos que manifiestan la verdad
intrapsíquica de aquellos (ex) sacerdotes»[19].
Por otra parte,
las razones de abandono en la vida consagrada, permiten descubrir que el hecho
del abandono a causa de problemas afectivos, en consecuencia del celibato, es
más reducido que tiempos anteriores.
En
primer lugar, nuestros resultados, por un total de 409 casos, recogidos por las
fichas rellenadas por la Secretarías Generales, ofrece la siguiente tabla:
Conflictos
con los superiores
|
17,1 %
|
Crisis
de fe
|
5,4 %
|
Problemas
afectivos
|
43,3 %
|
Inmadurez
|
21,3 %
|
Problemas
psicológicos
|
21,0 %
|
Insatisfacción,
cansancio
|
28,6 %
|
Otros
|
22,7 %
|
Se constata claramente que, una vez más, la causa principal de abandono sigue siendo la de los “problemas afectivos”, que involucra casi la mitad de los casos recogidos (entre los formandos el porcentaje baja al 34 %). Hay que tener presente que las fichas permitían proponer más razones de abandono, y que, a veces, una razón se combinaba con otras, como los problemas psicológicos o conflictos varios[20].
Sin embargo,
no basta conocer las razones a partir de encuestas, sino, que es necesario una
profundización, guiada por los datos empíricos con que se cuenta y que pueden
aclarar el por qué de las modalidades de tal fenómeno. Se presenta las
tipologías, que no son sólo una descripción ni una forma de organizar los casos
ocurridos, pretenden dar un marco axiomático o una interpretación de los hechos[21].
Por ejemplo
el dominico E. van Merrienboer ofrece una tabla a partir de un análisis de las
demandas de secularización que llegaron a su curia general en un periodo de 9
años. Tras leerlas a la luz de su propia experiencia, ha elaborado un modelo
con cinco tipos:
1) los
«aprovechados», o los que llevaban una doble vida hasta cuando ya no fue
posible mantener esa situación; 2) los «realizados», es decir quien había
llegado a su meta, pero luego, una vez alcanzado el objetivo lo dejó; 3) los
«nuevos fundadores», los que hubieran querido cambiar muchas cosas y tenían un
proyecto propio, pero no lograron realizarlo; 4) los que «perdieron la
esperanza»; 5) los «insatisfechos», que necesitaban cambiar de vida debido a
los problemas psicológicos[22].
Una
propuesta más reciente, y que toma en consideración también un estudio empírico
de sacerdotes religiosos jóvenes en el contexto de América del Norte. La
realizó Dean Hoge identificando cuatro tipos de dimisiones:
Tipo 1,
enamorados: un sacerdote heterosexual se siente solo o poco apreciado y se
enamora. Entre un 20 y un 30 %; tipo 2, rechazo del celibato por parte de un
sacerdote heterosexual que se siente solo o poco apreciado y decide que no
puede seguir el celibato; sin embargo ninguna mujer está implicada en un primer
momento. Entre 20 y un 30 %; tipo 3, decepcionados: un sacerdote heterosexual u
homosexual se siente solo o poco apreciado y decepcionado por las experiencias
con otros sacerdotes o con la jerarquía eclesiástica tras la ordenación. Entre
30 y un 40 %; tipo 4, rechazo del celibato de los homosexuales: un sacerdote
homosexual se siente solo o poco apreciado y busca una relación abierta y de
largo plazo con un hombre; rechazada la opción de una doble vida. Ente un 5 y
un 15 %[23]
En
definitiva, el abandono del ministerio sacerdotal se debe a las limitaciones y
deformaciones humanas en su conjunto y no específicamente a la afectividad
sexual, concretamente al celibato. Un
claro ejemplo es que «según estadísticas recientes el sacerdote se casa, en
cuatro de cada cinco casos, por problemas de aislamiento y soledad. Y no
rechaza el celibato para fundar una familia, sino para formar una pareja»[24].
Pues, a pesar de tantas fallas que se pueden dar en la vida de algunos
sacerdotes, sí es posible vivir el celibato; sí es hermoso guardar continencia
perfecta y perpetúa. Y hay que afirmar sin temor a equivocarse, que la mayoría
de los sacerdotes son fieles a sus compromisos de castidad absoluta[25].
Sacerdocio
sí, celibato no
Por otro lado, «hay
quien se pregunta hoy día si no se podría ser buen sacerdote sin ser célibe»[26]. Si
consideramos en toda su extensión el sentido de la vida célibe conforme al Evangelio
y apreciamos sobre todo el celibato como «signo escatológico», entonces veremos
que el celibato y el sacerdocio ministerial se hallan relacionados mucho más
íntimamente de lo que se expresa en las polémicas de los últimos años[27]. En
consecuencia, ser o querer ser sacerdote y «preguntarse si el “sacerdote” debe
ser célibe es algo contradictorio en sí mismo, ya que el celibato forma parte
de nuestra misma noción de sacerdote»[28].
Evidentemente,
el celibato no es una exigencia intrínseca del sacramento del Orden; por ello
la Iglesia nunca ha afirmado la necesidad sino la conveniencia del vínculo
entre sacerdocio y celibato (Cfr. PO 16)[29]. Esta
«conveniencia» ciertamente no siempre es entendida por algunos clérigos. Pues, «el
ministerio es posible sin celibato, lo mismo que el celibato es posible sin
ministerio»[30],
pero el significado del celibato no se agota en la mera conveniencia.
En
este sentido, el celibato no se elige, sino que es un carisma, una gracia de
Dios, una vocación. Sería mutilarse el cuerpo o la vida optar por el celibato
por propia iniciativa. El comportamiento afectivo de un hombre no sólo le
compromete en él a los demás, sino que compromete en él a Cristo[31]. El
motivo principal del celibato sacerdotal se describe de la mera contemplación
del celibato de Jesús. El motivo fundamental del celibato de Jesús es la
entrega a la construcción del Reino de Dios[32].
En
este sentido, resulta significativa la opinión de algunos seminaristas sobre el
celibato, en un consenso unánime manifiestan que el celibato debería ser algo
opcional, es decir, la Iglesia debería juzgar que el celibato no sea requisito
en la admisión al ministerio presbiteral. Al mismo tiempo, manifiestan que si
se diera esta opción libre del celibato, ellos optarían por vivir su sacerdocio
siendo célibes[33].
[1] Cf. Javier Fronza, «El
celibato don, propuesta y tarea», 137.
[2] L.
Lengrand, La doctrina bíblica de la virginidad, Verbo Divino, Estella 1967,
13
[3] Cf. Walter Kasper, El sacerdote, servido de la alegría, 75.
[4] Dionisio Borobio, Los ministerios en la comunidad, 270.
[5] Cf. Michael Richards, «Ministerio y celibato: hoy y
mañana», en Selecciones de Teología Vol.
13/52 (1974) 283.
[6] Cf. Edward
Schillebeeckx, El ministerio eclesial, 163.
[7] Jenkins Philip, profesor de Historia y Estudios
Religiosos en la Universidad Estatal de Pensilvania, no católico, autor de
varios artículos y libros: «Pedophiles and Priests», «The myth of the 'pedophile priest», etc.
[8]«Con esta baja exigencia
de prueba, el informe concluyó que unos 40 sacerdotes, en torno al 1,8% del
total, eran probablemente culpables de mala conducta con menores en algún
momento de su carrera. Dicho de otro modo, no había ninguna prueba contra más
del 98% del clero parroquial. Como otras organizaciones que trabajan con niños
no han hecho estudios tan amplios, no podemos saber si la incidencia entre el
clero católico es mayor o menor que entre los profesores, asistentes sociales o
monitores de scouts» Jenkins Philip,
Pedophiles and Priests: Anatomy of a Contemporary Crisis, Oxford
University Press, Pensilvania 2001, 81, en http://es.wikipedia.org/wiki/Celibato (24.10.10).
[9] Jenkins Philip: «The myth of the “pedophile priest”» (el mito del «cura pedófilo»), artículo en el periódico Gazette
publicado en el 2002.en http://es.wikipedia.org/wiki/Celibato
(24.10.10).
[10] Juan Vicente Córdoba «Celibato no tiene nada que ver
con pederastia», en www.aciprensa.noticias.com (27.10.10)
[11] Conferencia Episcopal
de Alemania, «el celibato sacerdotal,
como confirman los expertos, no es la causa de estos actos de abuso sexual»,
en www.aciprensa.noticias.com
[12] Benedicto XVI, «Carta pastoral a los católicos de Irlanda», 20 de marzo de 2010, en www.zenit.noticias.com
(04.04.10).
[13] Benedicto
XVI, «Carta a los seminaristas», Lunes 18 de octubre de 2010
[14]
Idem.
[15] Cf. Jenkins Philip, The New Anti-Catholicism –
the Last Acceptable Prejudice, Oxford University Press, 2004, pp. 133–57,
en http://es.wikipedia.org/wiki/Casos_de_abuso_sexual_cometidos_por_miembros_de_la_
Iglesia_catolica (30.10.10)
[16] Datos
publicados por la Oficina central de estadística de la Iglesia (Cf. Secretaría
de Estado, Tabularum Statisticum
Collectio, Ciudad del Vaticano), el motivo aducido por el 94,44% de los
8.287 presbíteros que han abandonado el sacerdocio del 64 al 69 ha sido el
celibato, Cf. Colagiovanni, Crisi vere
e false nel ruolo del prete oggi, Roma 1973, en Amadeo Cencini, Por amor con
amor en el amor, 83.
[17] Ibid, 84.
[18] Idem.
[19] Ibid., 84-85.
[20] Unione
Superiori Gnerali, Fidelidad y abandonos
en la vida consagrada hoy, 66 Conventus semestralis, Litos, 51-52
[21]
Cf. Ibid., 56-57.
[22][22]
E. van Merrienboer, «Of Those Who Leave Us: A Typology»,
en Review for Religious, enero-febrero (1979) 28-36, en Ibid., 57.
[23] Ibid., 58
[24] Luis
de Diego, «Celibato y soledad», en
ITER 50 (2009) 171.
[25] Felipe Arizmendi, ¿Vale la pena ser hoy sacerdote?, Clavería, México 1998, 108.
[26] Congregación para la Educación Católica ,
El celibato, valor positivo del
amor, Roma 11 de abril de 1974,
Paulinas, México 1985, 12.
[27] Cfr. Gisbert Greshake, Ser sacerdote hoy, 380-381.
[28] R. L. Stern, «Cómo
llegaron a ser célibes los sacerdotes», 241.
[29] Cf. Javier Fronza, «El
celibato don, propuesta y tarea»,139.
[30] Comisión
internacional, Le ministeré sacerdotal,
103, en Dionisio Borobio, Los ministerios en la comunidad, 271.
[31] Albert
Chapelle, «Una comprensión
cristiana del celibato», en Selecciones
de Teología Vol. 18/72 (1979) 348.
[32] Cf. J.M. Uriarte, Ministerio presbiteral y espiritualidad, Idatz, Donostia 20035,
84.
[33] Cfr.
Paúl Alva Jave,
«Celibato y sacerdocio», [entrevista grabada a 5 alumnos seminaristas de la
facultad de Teología de la Universidad Pontificia de México], México D. F.
[09.05.2010].
[34] Cfr. McGovern,
Thomas, El celibato sacerdotal: una
perspectiva actual, Cristiandad, Madrid 2004, 170.