Es normal y justo tener una primera apreciación de los religiosos/as como hombres y mujeres que se dedican a rezar y a leer la Biblia.
En realidad, es una buena apreciación, pero sabemos que la vida religiosa no consiste en sólo rezar y leer la Biblia, ciertamente estas dos acciones son esenciales en toda comunidad religiosa, mas, la vida religiosa está llena de otras actividades maravillosas, como los momentos comunitarios, la vivencia de oración en comunidad, la convivencia diaria, el apostolado o la misión, etc.!
Para responder a esta cuestión he invitado a Petrona, una religiosa de la Comunidad Discípula del Buen Pastor, que además de ser una feliz religiosa, estudió filosofía, teología y actualmente se encuentra estudiando la licenciatura en Sagradas Escrituras.
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En primer lugar
quisiera decir que hay muchas ideas
acerca de la vida religiosa, algunas bastante acertadas, otras muy alejadas de
la realidad, lo cierto es que cada una surgen según la experiencia que se haya tenido de la vida
religiosa, bien por lo que se escucha, se ve en la televisión o se piensa.
Una de tantas ideas que se tiene sobre la
vida religiosa o consagrada es que sólo nos la pasamos rezando o leyendo la
Biblia y de inicio digo que no es del todo cierto. Por compartir una anécdota: Mi
fundadora me platica que cuando ella ingresó al convento pensaba que unos ángeles
se encargaban de preparar la comida
porque cuando ella llegaba al comedor ya estaba servida la mesa, pero su
sorpresa fue que un día le dijeron que
le tocaba preparar el desayuno, entonces dijo ¿¡ah! yo también soy un ángel de
los que prepara el desayuno?
Algo similar me sucedió
cuando aún no conocía ni había vivido un sin número de actividades que tenemos
que realizar en la vida religiosa y no sólo se trata de realizar actividades
sino de vivirlas con actitud, nosotras decimos, con espíritu; así por ejemplo,
cuando estamos en etapa de formación nos enseñan a cocinar, a elaborar
manualidades, a tener hábitos de buenas costumbres, vamos a clases, éstas están
encausadas en la línea humana y espiritual, tales como: métodos de oración,
desarrollo de la personalidad, secretaría, cultura general, cocina,
manualidades, liturgia, Biblia, evangelización etc. Y algunas que corresponden
a ciencias religiosas, salimos a realizar un apostolado los fines de semana y
visitamos a nuestros familiares cada mes en el caso de que nos queden cerca,
también servimos en el comedor y realizamos algunos paseos. Esto es por mencionar
una de las etapas de iniciación en nuestra
formación.
En el noviciado
se intensifica la vida de oración, es como vivir un desierto espiritual porque
nos ejercitamos en la vida del silencio y la escucha interior, sobre todo a
través de la Palabra de Dios, el trabajo y el conocimiento del carisma y
espiritualidad del instituto,quizá esta sea una de las razones por las que a
veces se piensa que la vida religiosa es solo para estar rezando y leyendo la
Biblia, visto así por supuesto que resulta aburrido, aunque es una parte
esencial de nuestra vida: “quien no ora pierde la vocación y quien no lee o
escucha a Dios en la Biblia, no podrá conocer a Cristo”, pero todo tiene un
orden, lo importante es lograr establecer un equilibrio entre mística-praxis y reflexión, lo cual será un
ejercicio de toda la vida porque cuando ya estamos consagradas, nos dedicamos
al trabajo pastoral o según sean las tareas del carisma congregacional; para
algunas su trabajo principal será ser maestra,
enfermera, atender a los niños, la catequesis, la pastoral, la oficina etc., “ojo”,
dije el trabajo principal, pero este no es lo más importante también tenemos
que seguir en nuestra formación permanente, el aspecto intelectual es muy
importante para responder a los desafíos actuales, de ahí que algunas
estudiamos algunas especialidades de las ciencias humanas o teológicas, según
se vayan presentando las necesidades y las aptitudes de la hermana.
Sin embargo lo
esencial de la vida religiosa será siempre vivir en esponsaleidad con Jesucristo
mediante el diálogo interior, por eso importa orar más que rezar y escuchar la
voluntad de Dios en la Biblia, más que leerla. Otro aspecto medular de la vida
consagrada es vivir la sororidad en nuestra comunidad, no nos casamos ni
procreamos hijos pero tratamos y es nuestro ideal vivir en un ambiente de
familia con nuestras hermanas de comunidad, ejercitarnos cada día en ser verdaderas hermanas-amigas y vivir
nuestra maternidad espiritual con las personas por las que oramos y a quienes
conducimos en el trabajo pastoral.
Creo que por eso
en una ocasión que nos visitaba un sacerdote amigo y estuvo por una semana en
casa, cuando se despidió dijo: en este convento se vive intensamente. Y es que
de eso se trata, de encausar todas nuestras potencialidades al servicio del
Reino y de esta manera se forja la vida de santidad, santidad entendida como
vida de realización, de plenitud y de una constante búsqueda de perfección por
amor al Esposo y para ser un signo preclaro del verdadero amor en la Iglesia y
en el mundo.
Con todo esto personalmente
siempre he pensado que cuando Dios te llama y tú le respondes, en la vida
consagrada nadie se frustra, los ideales y las aspiraciones y aún esos sueños
que parecen muy locos, se realizan, porque Dios es fiel.
Hna. Petrona
López Toledo
Discípula de
Jesús Buen Pastor