Por Vatican Insider
Una "revolución copernicana" para los seminarios católicos del
mundo. Imprimir el estilo cercano del Papa Francisco a los futuros sacerdotes.
Eso motiva a Jorge Carlos Patrón Wong,
quien acaba de asumir las riendas de la Secretaría para los Seminarios,
apenas creada en la Congregación para el Clero de la Santa Sede. En entrevista
con el Vatican Insider el arzobispo mexicano explicó los detalles de su misión.
Apenas el 28 de noviembre inició su servicio como secretario de los
seminarios.
¿Demasiado trabajo?
¿Demasiado trabajo?
Es una tarea
apasionante, verdaderamente universal y que toca el corazón de la renovación de
la Iglesia en el mundo. Sobre todo porque es constructiva, lo que se está
construyendo es una respuesta de la Iglesia a las nuevas generaciones. El
seminario toca todas las realidades, porque la presencia de los sacerdotes
católicos debe tocar todas las realidades humanas. Es apasionante porque no hay
tema actual que de manera directa o indirecta no tenga que ver con la formación
de los futuros sacerdotes.
En este tema la
Iglesia afronta desafíos como la falta de credibilidad por los abusos o la
carencia de vocaciones. ¿Cómo afrontar estos desafíos urgentes?
Cualquier crisis
provoca un análisis y una respuesta nueva. La situación actual, que es
retadora, permite la Iglesia hacer un análisis, una reflexión y un
discernimiento más evangélico para dar respuesta. Todas las cuestiones críticas
que se han dado están generando novedad, pero no una novedad que signifique un
invento, sino que toca los orígenes de la misión y la vocación de la Iglesia.
Hoy cualquier formación cristiana y sobre todo si es sacerdotal, debe tocar el
corazón de Dios y el corazón del hombre.
¿Por qué lo
eligió el Papa para este puesto?
Esta no es una
distinción a una persona sino el aporte de una Iglesia, la latinoamericana, a
la Iglesia universal. Se debe reconocer que en México y Latinoamérica la
vivencia vocacional cristiana tiene características de mucha vitalidad y
experiencia. Somos una Iglesia de 500 años de desarrollo, ni acaba de nacer ni
está envejecida, está madura para dar frutos. Lo que el Papa Juan Pablo II
consideró como el Continente de la esperanza futura, ahora es una esperanza
presente. América Latina está en su momento, si hoy hiciéramos un análisis
llegaríamos a la conclusión que no existe espacio mayor donde nuestra región
pueda dar una contribución al mundo y a la humanidad que la Iglesia.
Usted llegó con
los "vientos de cambio" traídos por Francisco. ¿Le pesa?
Hay una
corriente de renovación que viene de dentro y de fuera, uno puede encontrar en
la Iglesia de todo el mundo un deseo de la gente, de los jóvenes, de
sacerdotes, obispos y hasta el Papa. Ya Benedicto XVI, junto a la verdad sobre
una serie de crisis, hizo surgir la verdad de un anhelo de renovación. Existe una
unión y una sinergia, nos sentimos una parte pequeña de una movimiento mucho
más grande que abarca todos los campos de la Iglesia.
¿Se identifica
con el estilo del Papa?
Sí existe una
identificación. Cuando veo y leo al Papa Francisco encuentro aquello que
aprendí en el seminario y que el pueblo de Dios me enseñó como sacerdote.
Pueden cambiar los hechos y las situaciones pero relación entre Dios, la
persona y el pueblo no cambia. Muchísimos sacerdotes, seminaristas y obispos
estamos en la misma sintonía. Nosotros como personas aprendemos de Dios y de
nuestro pueblo, estando ahí en el centro.
¿La idea es
imprimir este estilo en los seminarios?
La idea se
resume en una frase: cerca de Dios y cerca de la gente. Cercanía. Esa cercanía
doble hace que un sacerdote ofrezca un aporte nuevo al mundo. Porque un hombre
cercano a Dios y cercano a la gente es una revolución. Desde ahí tenemos que
entusiasmar a los jóvenes seminaristas y a los formadores, para que en los
seminarios tenga lugar una "revolución copernicana", espiritual,
humana, que es profunda pero está a nuestro alcance. Eso va a dar mucha
autenticidad a la persona y a la vocación.
Todo aquello que
no es auténtico del sacerdocio, que produce escándalo surge porque nos alejamos
de Dios, de la gente o de ambas cosas. Entonces ya no hay nada que decir. El
sacerdocio actual tiene mucho que decir. El Papa usa un lenguaje comprensible
para todos, es una novedad que debemos imprimir en los seminarios, los futuros
sacerdotes católicos son para estar en el mundo, para que lidien con la
diversidad religiosa y de visiones culturales. La identidad debe estar marcada
por una claridad diáfana, transparente, sencilla y al mismo tiempo profunda.
Esa es la parte fascinante de formar sacerdotes hoy.
¿A eso dedicará
sus fuerzas, entonces?
Todo lo que promoveremos desde esta secretaría de seminarios es para
construir, para hacer crecer, para inspirar, para alentar, es una matriz de
esperanza. El mundo, de múltiples maneras, diariamente
nos quiere alejar de Dios y de la gente. Si uno no tiene claro esto, no va a
tener conciencia que debe todos los días hacer el esfuerzo de acercarse a Dios
y a los hombres. Los seminarios deben ser espacios de esperanza, de fe, de
confianza y de amor. Deben ofrecer hombres de Dios para el mundo. De allí no
debería salir nada negativo, todo positivo. Pero positivo no quiere decir
perfecto, podemos nosotros tener imperfecciones humanas pero las actitudes, los
deseos, el movimiento es para ser mejores.